El pasado 20 de diciembre el Consejo de Ministros aprobó el RD 732/2019 que modifica el Código Técnico de la Edificación. Es la última actualización disponible, que se estaba haciendo de rogar en el sector de la alta eficiencia energética. Ya que, con ella, se trasponen por fin (y casi en tiempo de descuento) los requerimientos en materia de eficiencia energética de la Directiva Europea UE31/2010 sobre los edificios de energía casi nula.
Su aplicación obligatoria estaba inicialmente prevista a partir del 27 de junio de 2020, pero debido al estado de alarma por COVID19, se le añade la duración en días naturales del estado de alarma a la fecha inicial. Esta actuación del CTE recoge pequeños cambios en el DB HE1 – Limitación de la demanda energética y establece un nuevo documento, HS6 – Protección frente al radón. Estas modificaciones cambiarán el marco normativo en materia de eficiencia energética y salud.
Al margen de que se aumente la exigencia de limitación de la transmitancia térmica U (W/m2K) de cada elemento de la envolvente térmica, con este cambio normativo aumenta la exigencia en materia de hermeticidad al aire y estanqueidad de huecos.
Esta exigencia viene en línea con optimizar las pérdidas de calor a través de la envolvente. La permeabilidad al aire de la envolvente se regula en el apartado 3.1.3 y se divide entre:
El objetivo claro del aumento de la estanqueidad en edificios es la optimización energética de la envolvente térmica. Lo curioso es que, conforme aumenta esta exigencia, desde 2017 y tras la actualización del DB-HS3 – Calidad del Aire Interior (Orden FOM/588/2017) los caudales de ventilación exigidos son cada vez menores.
Para valorar qué efecto tiene esta relación en la salubridad interior de los espacios se calculan los caudales mínimos de renovación de aire en viviendas con diferente número de dormitorios.
Entonces, si las renovaciones/hora mínimas requeridas para la ventilación en espacios habitables han disminuido, ¿se garantiza la renovación de aire necesaria para eliminar los contaminantes interiores?
La calidad del aire interior es básica para el confort y bienestar de los ocupantes de los edificios. Esta se ve afectada por diversos contaminantes que pueden ser derivados de los materiales de construcción y equipamiento, mobiliario, productos de limpieza, o nuestra actividad diaria. Por ello garantizar una renovación de aire adecuada resulta fundamental para evacuar el aire viciado y contaminado e introducir aire exterior más limpio y fresco.
Por último, la actualización del CTE también recoge la incorporación de un nuevo documento en materia de salubridad. El DB HS6 recoge por primera vez el riesgo de exposición frente al radón como consecuencia de la trasposición de la Directiva 2013/59/EURATOM , en municipios donde exista riesgo de exposición.
De nuevo, los materiales de construcción y acabado, así como la adecuada renovación de aire, serán fundamentales para evitar el riesgo de exposición a radón.
Las actualizaciones normativas son necesarias para garantizar el soporte legislativo en la construcción de edificios. No obstante, el soporte normativo es sólo el punto de partida. Visto el análisis realizado, una reducción de la demanda energética, complementada con una reducción de la estanqueidad, son fundamentales para la optimización energética del edificio y garantizar el mínimo consumo de energía.
Sin embargo, una reducción del caudal de ventilación en espacios con mayor hermeticidad, sin una adecuada planificación del sistema de renovación de aire utilizado, no siempre garantizará una calidad del aire interior adecuada.
Se torna por tanto cada vez más importante la implementación de sistemas de monitorización continua de calidad de aire y de verificación del caudal de aire mínimo necesario. Para el cumplimiento de los requisitos básicos de salubridad en términos normativos y para que esto suponga el adecuado confort y salud para los usuarios.